
Reorganización del sistema familiar
Cuando una pareja decide separarse, el sistema familiar no se rompe: se reorganiza. Aunque los progenitores decidan suspender su relación (en cualquiera de sus formas), su función paterna no se extingue, al contrario, ha de reforzarse para evitar los posibles riesgos en el desarrollo psicoafectivo de los hijos.
No todas las separaciones son traumáticas, pero en ocasiones podemos necesitar ayuda terapéutica para recuperarnos del proceso judicial, ajustarnos a un nuevo modelo familiar (régimen de visitas, comunicación con expareja) y a un nuevo estilo de vida independiente. Los puntos clave de este programa específico de tratamiento incluyen:
Estabilidad emocional
Superación de la pérdida, manejo de estados emocionales desagradables (tristeza, ansiedad, ira), aprender a identificar y modificar los pensamientos desadaptativos, los componentes afectivos de las conductas y hábitos no saludables.
Autonomía
Refuerzo de las expectativas positivas de cambio y percepción de autoeficacia. Entrenamiento en habilidades sociales y de afrontamiento, solución de problemas, toma de decisiones, manejo de contingencias. Fomentar las conductas de autocuidado: actividades de ocio y cuidado personal dirigidas a revalorizarse como persona, no solo como madre o padre.
Coparentabilidad
Mejora de las habilidades parentales y adaptación a la nueva situación familiar, especialmente en cuanto al afrontamiento del régimen de visitas y comunicación con expareja: reducción de la conflictividad derivada del proceso judicial, fomentar la cooperación de ambas partes en el cuidado de los hijos, ser capaz de integrar la figura paterna en la cotidianidad del menor, diferenciándola del conflicto marital.